Vivir para danzar
Por Gloria Contreras
Siempre he danzado. Mis padres contaban que me encerraba en la sala-comedor desde los tres años, ponía el radio y bailaba por horas. Después, con los discos de mi padre, hacía coreografías, lo mismo a sinfonías de Beethoven, Lalo o Bruckner, que a zarzuelas españolas, valses de Strauss o música folclórica mexicana.
A los ocho años tomé clases con Alicia Delgado y a los 12 años conocí a madame Dambré, de quien recibí la conciencia del arte y lo que sería mi misión en la vida: llevarlo al ser humano para apoyar su yo y hacerlo más fuerte. Al cabo de unos años ya bailaba profesionalmente en la Compañía Madame Dambré, entonces supe que México no era el lugar donde podría desarrollarme.
Me marché a Canadá contratada por el Royal Winnipeg Ballet; un año después tomé un autobús que me llevaría a Nueva York, la capital de la danza mundial. De inmediato formé mi primera compañía que se llamó México Lindo, la cual se presentó en la Casa Internacional, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Universidad de Columbia y muchos otros sitios. Esta compañía se mantuvo por muchos años haciéndose cada vez más universal y menos folclórica, aunque siempre apoyada en la esencia de mi cultura básica.
Gloria Contreras creando The wise and foolish virgins en un salón de la School of American Ballet en Nueva York, 1959.
Fotografía: Archivo personal de la artista.
Mis primeras coreografías fueron El mercado de Blas Galindo y Huapango de José Pablo Moncayo. La creación de estas obras coincide con mi acercamiento a George Balanchine, quien me abre las puertas de The School of American Ballet y se vuelve mi guía. Gracias a sus consejos me dedico, no sólo a dominar la técnica del ballet clásico y a hacer coreografía, sino que estudio con seriedad la música, la escultura, la pintura y la literatura. Después mi grupo cambió su nombre a The Gloria Contreras Dance Company presentándose anualmente en el teatro Theresa L. Kauffman Concert Hall en Manhattan, donde mostré a críticos y público en general mi trabajo coreográfico. La compañía realizó giras anuales a varios teatros de Estados Unidos. Así trabajé hasta 1970, año en que realicé mi último concierto en abril, unos meses antes de regresar a México para formar el Taller Coreográfico de la UNAM.
Gloria Contreras, coreógrafa.
Fotografía: Agustín Estrada, 1979.
Réquiem para un poeta, Coreógrafa y bailarina: Gloria Contreras-
Fotografía: José Murguía
Scherzo, creación coreográfica de la maestra Gloria Contreras acompañada de las bailarinas Rocío Lafuente, Claudia Hernández y Ana Roca.
Fotografía: Nitzarindani Vega, 2006.
Además de haber hecho coreografías para mi propia compañía, por la que desfilaron algunas de las más importantes bailarinas de ese momento, realicé obras para muchas compañías profesionales. Así durante 14 años, me preparé para formar y dirigir compañías de danza y atender todos los rubros que forman esta actividad como la búsqueda de fondos, las relaciones públicas, la tarea administrativa, la publicitaria y todas las vertientes que constituyen la artística: la creación coreográfica, la permanencia de un repertorio, el desarrollo de un estilo propio, el crecimiento técnico y artístico de los bailarines, aunado a aspectos como la iluminación, el vestuario y la escenografía.
Gracias a esta etapa pude enfrentar la tarea de formar el Taller Coreográfico de la UNAM, el cual ha logrado las dos metas más importantes de una compañía de ballet: construir un repertorio propio y crear un público, además de lograr respeto social para la carrera de bailarín, honorario equivalente al de un académico, interés profesional por la danza, bailarines mexicanos, coreógrafos, lenguaje artístico vigente y presentación de un mínimo de dos temporadas anuales durante nueve meses en dos recintos: el Teatro Arq. Carlos Lazo y la Sala Miguel Covarrubias, donde se ofrecen funciones ininterrumpidas con cambio de programa cada semana.
Viviré siempre agradecida con mis maestros Nelsy Dambré y George Balanchine, pues sin sus enseñanzas la ruta no habría sido tan recta. La visión de mi camino se llenó de luz con sus consejos, logré atravesar barreras, soledades, enfermedad e infortunio con la certeza de que la danza es la razón de mi existencia.
Maestra Gloria Contreras dando las gracias a su público.
Fotografía: Héctor Rivera, 2014.