Transitio: pasar de un lugar a otro, de un espacio a otro, es decir: transitar de una situación conocida a una nueva, o viceversa. El sustantivo alude al movimiento, al cambio, a la renovación y esa es la idea que impulsará la programación de Danza UNAM en los meses de enero y febrero de 2019.
Transición del sueño a la vigilia, de la fantasía a la realidad, es la que expone la Compañía de Danza Experimental de Lola Lince en La Caída; transición de la vida a la muerte como un espacio de diálogo necesario entre dos pilares de la danza moderna es la que explora Tatiana Zugazagoitia en Anna Pavlova e Isadora Duncan: Diálogos.
Transición simultánea, pero no paralela, como consecuencia de 25 años de trayectoria en los escenarios, es la que mues- tran los programas Raíces, de la compañía Nemian, de Isabel Beteta, y Disidencias corporales, del Colectivo Espiral, de Fausto Jijón.
Transición vertiginosa que asciende desde los profundos secretos de la máquina-oráculo Light Ching, hasta alturas a las que sólo puede llegar la imaginación de los niños u Orejo- tas, un gigante con ojitos, que paseará con su patín del diablo gracias al arte de la compañía Athosgarabathos.
Transición del pasado reciente al futuro temprano, del órgano a la máquina, de los cuerpos en resistencia a los cuerpo(s) liminal(es), tal es la ruta que nos hemos marcado en este 2019. Acompáñenos en este viaje.